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Los resultados de las PASO nos dejaron como legado una trilogía de candidatos con posibilidades de llegar a la presidencia, entre los cuales la ciudadanía debe dilucidar quién le ofrece una posibilidad de acceder a un futuro, en medio de una economía declinante e inflacionaria y un escenario creciente de violencia y criminalidad callejeras.
El candidato del oficialismo, Sergio Massa, es también el actual Ministro de Economía que ha contribuido a llevarnos al presente estado de cosas. Massa  no tiene propuestas, lo que es obvio, pues si tuviera un programa para salir de la actual situación ya lo hubiera aplicado. Por ello, este candidato se limita a tratar de hacernos creer que, si triunfara otro que no fuera él, la situación sería aún peor, lo cual constituye una endeble argumentación y es en sí mismo una falacia. Con Massa no existe ni el atisbo de un futuro. Solo ofrece la continuidad de un fracaso.
Los otros dos candidatos tienen propuestas ideológicamente coincidentes a partir de un programa de ajuste de corte liberal, que centra su prédica en el recorte del gasto público y el equilibrio fiscal sin presentar proyectos para el desarrollo y el crecimiento que compensen el carácter recesivo de las medidas propuestas.
 En el caso del candidato de la Libertad Avanza tenemos algunos agravantes como el enunciado de propuestas extremistas e inviables, tales como dolarizar una economía sin dólares o cerrar el Banco Central, y algunas definitivamente retrógradas como es el cierre del mayor centro de investigación del país o la supresión de la educación gratuita y obligatoria que fue el mecanismo que permitió a la Argentina un período de superación social y movilidad vertical.
Lo más desalentador de estas propuestas es que más allá del necesario recorte de gastos superfluos y del equilibrio fiscal obtenido a través de la baja de sueldos, jubilaciones y subsidios, nada se ofrece en el horizonte que sea alentador ni esperanzador. ¿De dónde vendrá el crecimiento imprescindible para crear puestos de trabajo, sacar a la economía de la recesión o generar la masa de divisas necesaria para pagar deudas o importar insumos para la industria? ¿Quién puede entusiasmarse con meras promesas de ajustes y empequeñecimiento? ¿Cómo mejoraran la educación y la salud en un panorama recesivo y, sobre todo, de qué manera se superará la pobreza que devasta la vida de grandes sectores postergados de nuestra sociedad que van desde trabajadores informales, jubilados, pensionados y marginales excluidos del sistema hasta empleados formales con sueldos exiguos? Es decir, que de tres candidatos solo dos tienen propuestas y ninguna nos ofrece la posibilidad de un futuro deseable.
Por ello nos animamos a recordar que con una propuesta poco difundida pero que entusiasmó a quienes tuvieron acceso a ella, ofrecimos un plan de desarrollo basado en la realización de grandes obras de infraestructura bajo la modalidad de licitación internacional, con proyectos concretos y empresas interesadas, que gustosamente ponemos a disposición de quien quiera utilizarlo.
Comenzamos con la propuesta de realización de la represa del Paraná Medio, una  obra extraordinaria consistente en aprovechar las características del río Paraná para instalar 48 turbinas horizontales,  capaces de producir tanta energía como toda la que hoy se produce en Argentina,  de funcionar durante el 80 por ciento del año, duplicando a otras instalaciones similares y de controlar inundaciones, constituyendo lo que dio en llamarse la obra del siglo por su importancia económica y geopolítica. Esta obra que contaba con la financiación del consorcio Energy Developers International y el apoyo de la Secretaría de Energía de la Nación fue frenada por protestas ambientalistas e intereses políticos espurios pero es esencial que se reflote por la producción de energía limpia y abundante que suministraría y que disminuiría los costos de ese vital insumo.
Si el aumento de la oferta de energía es vital para disminuir los costos logísticos de nuestra producción, no lo es menos bajar los costos del transporte de bienes. Para eso, proponemos ejecutar la postergada obra de los Canales del Río Bermejo que conecta con dos canales de 700 y 1000 kilómetros los brazos del río Bermejo con el Paraná, creando vías de comunicación fluviales navegables por barcazas con costos muy inferiores al transporte terrestre. Adicionalmente, la obra contempla el funcionamiento de centrales de energía en las esclusas de los canales, control de inundaciones y regadío, y suministro de agua potable en regiones áridas.
Ya sin necesidad de licitaciones y aportes de capitales externos, el conjunto de obras de alcance nacional incluye la ejecución de la Red Federal de Autopistas libres de peaje, propuesta por el Doctor Guillermo Laura y que llegó a tener estado parlamentario. Una obra monumental para el desarrollo nacional pues prevé la construcción de más de 10.000 kilómetros de autopistas por el sistema de Participación Público Privada cuya única objeción provino de los que lucran con los peajes y que generaría miles   de puestos de trabajo y descenso significativos en los costos de transporte de personas y mercaderías.
La cuarta y última obra de infraestructura que significaría el despegue de la Argentina sin dependencia de factores meteorológicos y con una disminución determinante de los costos logísticos es la construcción del puerto de aguas profundas en la Bahía de Samborombón. Los proyectos en estudio que ubican una posición ideal en Punta Indio o Punta Piedras permitirían disponer de un puerto con profundidad suficiente para que los buques graneleros salieran a plena carga, ubicado en una zona con buenos accesos terrestres y con el adicional de eliminar la dependencia del puerto de Montevideo.
El conjunto de proyectos planteados que generarían energía sustentable, control de inundaciones, fertilización de regiones áridas, vinculación fluvial, integración carretera y bocas de salidas para las exportaciones, generando decenas de miles de puestos de trabajo, constituyen en su conjunto una transformación tan profunda como para hablar de una nueva Argentina y transformar el deprimente panorama actual en un futuro pleno de crecimiento y oportunidades.
También tenemos proyectos creativos para eliminar el dilema de quienes quieren terminar con los planes pero temen el costo social de privar abruptamente de ingresos a cientos de miles de personas. La propuesta es brindar durante nueve meses, cursos de capacitación obligatorios de artes y oficios vinculados a la construcción a todos quienes detentan planes, que en caso de ausencia injustificada o reprobación implicarían la pérdida del beneficio. Los graduados ingresarían a formar parte como empleados formales de una empresa nacional de construcciones, autárquica y con una conducción de dirigentes profesionales altamente calificados, que se  sustentaría participando en las licitaciones de obras  públicas, funcionando adicionalmente como empresa testigo para evitar la acción muchas veces inescrupulosa de los oligopolios de las constructoras privadas.  En menos de un año tendríamos trabajadores formales que tributarían al ANSES y ganarían su sustento con su esfuerzo.
Proponemos sacar a los jóvenes de 16 a 18 años que ni estudian ni trabajan de las calles con un plan llamado Segunda Oportunidad que les permita completar sus estudios y adquirir un oficio, aprovechando el lucro cesante de instalaciones militares desocupadas (ejemplo: la ex Escuela de Mecánica de la Armada con capacidad para albergar a más de 4000 personas) y la experiencia de instructores militares retirados con amplio conocimiento del manejo de jóvenes cadetes o aspirantes.
Y cerramos con la oferta de un plan de seguridad implementado por expertos, ya ampliamente difundido en redes sociales, que puede recuperar en menos de un año el control de la calle y terminar con el flagelo del narcotráfico.
Los candidatos que han tenido el apoyo, los recursos y la oportunidad de ser opciones para la conducción del gobierno nacional deben tratar de ofrecer algo más que una válvula de escape a la ira colectiva o un modelo de país convertido en una pequeña colonia ordenada pero profundamente empobrecida y desesperanzada. Una sociedad necesita expectativas, proyectos y hasta sueños como el nuestro, que es ayudar a construir un país como Dios manda.
   Señores candidatos, pidan copien, plagien o simplemente aprópiense de los buenos proyectos que ofrecemos o de algunos otros que ofrezcan crecimiento, producción y desarrollo, y brinden a los argentinos un futuro por el que luchar, trabajar y soñar.
JUAN CARLOS NEVES
PRESIDENTE DE NUEVA UNIÓN CIUDADANA

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